Interrogante
 

              

 

 

INTERROGANTES

 

 

Interrogarse no es un acto espontáneo. No es algo que de repente se nos presenta en la mente y comienza a darnos vuelta en la cabeza con preguntas que necesitan respuesta cómo: ¿por qué me está pasando esto? ¿Qué he hecho malo para que me esté pasando esto? ¿En qué estoy fallando? ¿Seré capaz de alcanzar mi propósito? Y la lista sigue según la situación en que se esté viviendo. Cada ser humano tiene sus propios interrogantes y ellos están relacionados a hechos que ya han pasado o van a pasar.

 

Mucho antes de iniciarse este proceso se ha presentado situaciones que son determinantes para que se dispare el detonante del interrogatorio y se inicie la audiencia interior en cada persona. Generalmente cuando suena la alarma, las cosas ya están mal y hay muy pocas esperanzas de que todo salga bien. Es normal escuchar a una persona decir que algo anda mal en su vida. O que la situación que está viviendo está alcanzando los límites y se está volviendo inmanejable. Ese aumento de la situación se va prolongando por un periodo largo, no de días, ni de semanas, ni de meses, si no de años. La situación se vuelve tan desesperante, que muchas veces las personas pierden el control y se presentan las desgracias, las que hacen todavía más grave la situación. Pero hay otras situaciones en el que la persona se angustiada más y entra en un estado de depresión y va perdiendo el control de sí y se sumerge en un mundo caótico donde las drogas y la baja estima se van apoderando de todo el entorno personal. A veces también la desesperación se va presentando y va aumentando lentamente hasta confundirse con la realidad y comienza a exigir que todo termine de una vez y llegue la tranquilidad de la vida. Pero nada pasa, la situación sigue y es cuando se comienza a perder la esperanza y a sentirse que ha llegado al fondo, allá donde no hay nada. Donde se pierden todos los valores morales y sólo queda el ser humano como una entidad carente del mínimo respeto hacia sí.

 

Cada ser humano vive su propio dolor y cada uno lo fabrica a su propia medida. Nadie va a sentir lo que uno está sintiendo y padeciendo dentro sí. Uno es el director, el productor, el guionista y el actor de su propia desgracia o fortuna. Nadie vive por uno las escenas que le toca representar y nadie se salva por uno si uno mismo no se salva. Uno es esa energía que gravita dinámicamente en torno de otros seres humanos. Pero dentro de esa dinámica también hay situaciones que son creadas por otras personas, que solo buscan hacer daño, ya sea consciente o inconscientemente a otros individuos. Es aquí donde empieza la obra teatral y uno es uno actor de una existencia que por el asar está aquí en este planeta.  

 

El ser humano sufre, sufre más que las demás especies. Y sufre por su complejidad en relación a los demás animales de la naturaleza. Es un precio que hay que pagar por haber alcanzado la edad de la razón en su evolución. Y más ahora que nos enfrentamos a condiciones donde hay manipulación de organizaciones interesadas en esclavizar al individuo por la sed de poder y dinero.

 

Nada se da espontáneo, como he dicho antes. Todo es el resultado de cómo manipulamos nuestra vida. De esta manipulación que hagamos veremos los resultados. No habrá resultados si solamente vivimos al margen del resto del mundo y aislados de todo tipo de ofrecimiento del desarrollo al que ha llegado la humanidad. Pero si vivimos en este mundo sociable, nacerán todo tipo de adversidades o bienaventuranzas, dependiendo el manejo que le demos a nuestra vida.

 

La felicidad es solo un estado de emoción momentáneo que aparece en el individuo por razones propias a las circunstancias. Pero lo que realmente se busca es una estabilidad emocional y bienestar integral del individuo. Al carecer de cualquiera de estas situaciones y al presentarse variaciones en la conducta, el ser humano se desestabiliza y pierde su dirección y entra en conflicto interno.

 

El temor a perderlo todo y a la desprotección agravan la situación. Estos temores hacen muchas veces que los errores cometidos anteriormente, se repitan una y otra vez y lleven a colapsar todo lo que se había construido durante años en el menor tiempo. El hecho de uno hacer parte del problema, no ve donde nace el problema. Porque uno es el problema y carece de un espejo retrovisor para poder ver los actos que precedieron al problema.

 

La estructura mejor construida puede colapsar, si una de sus partes presenta fallas estructurales que no se detectan durante su construcción. Al igual es la vida de los seres humanos. Desde que se nace, hay obligaciones que van adheridas a cada uno como un cordón umbilical que hay que cuidar, para que el desarrollo sea natural. Pero hay que recordar, que nadie llegó a esta vida por su propia voluntad y al sitio donde se encuentra. Esa responsabilidad no la impusieron por razones que están fuera de nuestro alcance y que hoy estamos obligados a confrontar.

 

La tragedia de existir está ahí y hay que arrastrarse con ella. Pero a la vez hay que aprender de ella y moldear nuestra personalidad a imagen y semejanza del mundo que nos rodea. En nuestro proceso de desarrollo, vendrán todo tipo de situaciones y quienes están encargados de nuestra formación, en ellos, en gran medida, estará la llave que abrirá o cerrara puertas en nuestra vida. Por eso casi todo estará a nuestra merced y nosotros seremos el adalid de nuestro destino.

 

Existir no es estar aquí si se ha evolucionado, es una tragedia anunciada con el primer grito al salir del útero materno. Por eso tenemos que aprender cada día de nuestra propia experiencia y tratar con suma habilidad cada uno de nuestros actos cuando se llega a la edad de la razón. Ese interrogarse nace aquí y a su vez es aquí donde nacen también todas las acciones que van a generar las bienaventuranzas o malestares con los cuales se va a ver enfrentado en el transcurso de la vida. Nada se da sin una razón, al igual que la caída de una hoja.

 

No hay que recurrir a creencias exteriores, ya sea magia, religión, esoterismo o algo divino para resolver el enigma. La respuesta está en uno mismo. Si se logra clarificar la situación, si además se llega a tener lucidez y entendimiento de lo que está pasando, todo regresara a la normalidad. Muchas veces carecemos de la capacidad de poder entender lo que está pasando, ya sea porque hemos sido engañados de mala fe y manipulados por alguien con la habilidad morbosa de causar daño a otros. O porque hemos cometido errores por falta de juicio, o porque no tuvimos la precaución de hacer una alto en el camino y mirar con mayor detenimiento sobre lo que íbamos a hacer. Hay tantas razones si se detiene a analizar qué fue lo que pasó. Donde cometió el error, o como se lo hicieron cometer sin que se percatara. Si busca encontrara la falla y que la produjo. Muchas veces ese trabajo no lo puede hacer solo. Necesita ayuda de alguien profesional que pueda orientarlo a encontrar el origen de la situación. No hay que recurrir a personas que se ofrecen como magos o malabaristas que dicen que lo curan todo. Ir donde ellos es buscar aumentar el problema. Tampoco refugiarse en la religión, porque es otra forma de esconder el problema.

 

La respuesta está en ti mismo. Está en ir reestructurando día a día con paciencia cada una de las bases donde está fundada su personalidad y su seguridad personal. Estableciendo metas acordes con las necesidades y evaluando cada uno de los puntos que produjeron el daño, sin permitir que se repita. Ordenando un derrotero que permita alcanzar las nuevas metas y organizándose como una nueva entidad que va a ofrecer nuevos servicios a un público ávido de su presencia. Desechando cualquier posibilidad de rechazo y fracaso. Siendo completamente positivo en lo que va hacer, sin la menor duda que va a salir adelante aunque el camino sea largo y difícil. Porque sabe que va a llegar a la meta que se ha trazado y que nada lo detendrá. Esta actitud es muy importante para lograr el acometido.

 

Piense solo en ti, como única persona que lo puede todo si se propone y que no hay nada que no sea alcanzable si uno se lo propone. Como es apartar de uno todo aquello que nos causa daño o que nos desvía del camino de la buena vida. Es importante mantener esta convicción, porque es ella la que nos va proveer de las cosas buenas y nos va a llevar por el camino de la verdad.

 

Has un alto en el camino y medita cada día. Recógete a ti mismo, porque eres la única persona que se conoce mejor y que sabe de sus aspiraciones y deseos. Recuerda que mientras no hagas nada malo contra ti o contra tus semejantes vivirás en paz y en armonía con el universo.

 

 

 

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