relaciones humanas, ya sea en las que mantenía con mis compatriotas como con
los europeos. Sostengo que no soy nada más que un hombre común con menos
capacidades que las comunes. Tampoco puedo afirmar que tengo algún mérito
especial por la no violencia o la continencia, puesto que he podido llegar a
eso sólo tras laboriosas búsquedas. No tengo la menor sombra de duda que
cualquier hombre o mujer podría lograr lo que he hecho si realizara el
esfuerzo que yo hice y cultivara la misma esperanza y la misma fe.
***
Si Dios quiere enviarme a Occidente, iré allá para tocar el corazón de
las masas, para hablar con toda serenidad con la juventud de esos países y,
finalmente, para tener el privilegio de reunirme con hombres que, como yo,
buscan la paz a toda costa, pero jamás menoscabando la verdad.
LA VERDAD SE HARÁ OÍR
Jamás en mi vida fui culpable de decir cosas de un modo distinto del modo en
que las veía: mi naturaleza me conduce en línea recta a la esencia de las
cosas. Y si muchas veces me equivoco en este camino, tengo la certeza de que
la propia verdad, en última instancia, se hará oír y sentir por sí misma,
como ya ocurrió muchas veces en mi vida.
***
Quienes consideren que la no violencia es el único método para lograr
una libertad genuina, que mantengan encendida su lámpara en el seno de la
|
impenetrable tiniebla actual. La verdad de unos pocos prevalecerá: la
falsedad de millones se dispersará como una cáscara seca en el viento.
***
Las fugaces vislumbres que he podido tener de la verdad, difícilmente
pueden dar una idea del brillo indescriptible de la verdad, un millón de
veces más intenso que el del sol que vemos diariamente con nuestros ojos. En
realidad, lo que he captado es apenas un débil centelleo del poderoso
resplandor. Lo que sí puedo afirmar con certeza, como resultado de mis
experiencias, es que una perfecta visión de la verdad adviene tras una
realización completa de la ahimsa [no violencia].
***
El autosacrificio de un único hombre es millones de veces más poderoso
que el sacrificio de un millón de hombres que mueren matando a otros.
***
Desconfío de quienes proclaman su fe a los otros, en especial cuando
pretenden convertirlos. La fe no existe para ser predicada, sino para ser
vivida. Es entonces cuando se propaga por sí misma.
SOY UN POBRE LUCHADOR
La máxima honra que podrían hacerme mis amigos es tratar de realizar en sus
vidas el ideal por el que vivo. O si no, oponerme la mayor resistencia
posible, si acaso no tuvieran fe en mi ideal.
*** |
 |