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en el trono al lado de la hurí. Los espíritus los rodearon cantando: “Gloria, gloria, gloria al joven del Líbano, cuya magnificencia llena los tiempos.”

 

Y cuando el novio tomó las manos de su amada y miró en sus ojos, las olas y el viento esparcieron su comunión por todo el universo:

 

¡Qué perfecto es tu esplendor, hija de Isis, y qué enorme mi adoración por ti!

 

¡Qué elegante eres entre los jóvenes, hijo de Astarté, cuán poderosamente te deseo!

 

Mi amor es tan fuerte como tus pirámides, y el tiempo no podrá destruirlo.

 

Mi amor es tan firme como tus Cedros Sagrados, y los elementos no podrán con él.

 

Sabios de todas las naciones de oriente y occidente vienen a beber de tu sabiduría y a descifrar tus signos.

 

Eruditos de todos los reinos del mundo vienen a embriagarse con el néctar de tu belleza y con la magia de tu voz. Tus palabras son fuentes de abundancia.

 

Tus brazos son manantiales de agua pura y tú aliento una brisa refrescante.

Los palacios y los templos del Nilo anuncian tu gloria y la Esfinge da fe de tu grandeza.

 

Los cedros de tu pecho son como medallas de honor y las torres que te rodean son señal de tu valentía y fortaleza. ¡Qué dulce es tu amor, y qué maravillosa la esperanza que alientas!

 

¡Qué generoso compañero eres. Y qué esposo leal has mostrado ser. Qué sublimes son tus dones y tu sacrificio! Me enviaste jóvenes que eran como el despertar después de un profundo sueño. Me diste hombres llenos de osadía para conquistar la debilidad de mi pueblo, humanistas para exaltarlo y genios que enriquecieran sus poderes.

De las semillas que te envié hiciste brotar flores; de los renuevos, árboles. Porque tú eres una pradera virgen en la que crecen rosas y lirios y se levantan cipreses y cedros.

 

Veo tristeza en tus ojos, amor mío, ¿acaso te apenas estar a mi lado?

  Tengo hijos e hijas que emigraron al otro lado de los mares y me dejaron llorando y añorando su regreso.

 

¿Es que tienes miedo, hija del Nilo y preferida de todas las naciones?

 

Temo que se me acerque un tirano de voz dulce que, luego, me domine con la fuerza de sus brazos.

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